Publica Hernán Morán
Colocad en el suelo una plancha de diez metros de largo por veinticinco centímetros de ancho. Todo el mundo será capaz de ir de un extremo a otro sin poner el pie fuera de la plancha; pero supongamos que esta plancha esta situada a la altura de las torres de una catedral: nadie -excepto los habituados- será capaz de avanzar ni un metro sobre el estrecho camino, cualesquiera que sean los esfuerzos de la voluntad. En el primer caso, os imagináis que es fácil ir de un extremo a otro de la plancha; en el segundo, os imagináis que no podéis hacerlo. El vértigo no tiene otra causa que la imagen de la posible caída; esta imagen a pesar de todos nuestro esfuerzos de voluntad, se transforma inmediatamente en acto.
La autosugestión es una fuerza dotada de un poder nunca visto, incalculable, que según las circunstancias, produce los mejores o peores resultados. Para practicarla, es absolutamente necesario que la voluntad no intervenga, porque esta facultad cede siempre ante la imaginación".
Emile Coué
lunes, 6 de octubre de 2008
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